Deshidratado en Varsovia

Varsovia-Polonia, 30 de marzo de 2014

Basado en hechos reales…

Ha pasado un año ya. La historia comienza casi al final. Kilómetro 18 del medio maratón:

Pero claro, lógicamente, todo tiene un inicio, tiene un puñado de circunstancias y tiene un error gordo no, gordísimo.

Las circunstancias: en 2013 la prueba se corrió a -6 grados. Un frío de morir. Un año después tomamos la salida a las 10 de la mañana, con 16, sol y nada de viento. Parece la mejor meteorología, ¿verdad?

El error: un tipo, yo, que nunca ha conseguido bajar de las 2h15′ decide correr junto al globo de las 2h10′. Cagada.

Cualquiera puede tener un día malo. Aunque a veces pasa de todo para que el día no sea malo sino peor. (Foto de Paco Jurado)

La carrera: es la primera vez en mi vida que me pego a una liebre, estoy rodeado de polacos y soy el único ‘guiri’ del grupo. No tengo costumbre de correr con mucha gente alrededor y creo que el ‘pacemaker’, Jakob, nos lleva muy rápido.

En el primer avituallamiento, kilómetro 5, cojo un vaso blanco. Igual a tantos otros que hay en el suelo o siguen sobre las mesas. Doy un sorbo. Trago.

– «Ostras, ¿qué es esto?».

No parece agua y sabe raro. Incluso, ¿tiene burbujas? Sí, tiene burbujas. Escupo.

– «Mecagon los polacos. ¿Nos han dado agua con gas?». (Si has viajado ya sabrás, y sino te lo cuento yo, que a todos los europeos les encanta el agua con burbujitas. Pero,… ¿ponerla en una carrera?).

Da igual. Nadie entiende las barbaridades que salen de esta boca. Y yo no se de qué carajo se ríen los que corren conmigo.

Y el tiempo y los kilómetros pasan. Jakob no afloja y del 8 al 12 nos espera una larga autovía con todo el solazo de cara. La temperatura sigue subiendo y empieza a hacer un calor de narices. Pero yo soy valenciano y entreno a 35 grados en verano. Esto ni se parece.

Se acerca el avituallamiento del 10. Allí esperará la familia y, seguro, lleva agua de la normal… No están antes de las mesas. Sigo corriendo. Paso de los vasos con líquido y burbujas. Y, buscando caras conocidas, no veo las botellas de isotónico. Me quedo sin beber. Y llego al final del avituallamiento. Allí no hay nadie… nadie. Solo más recta y más calor.

La temperatura sube. Mucha gente ha dejado de correr y camina. La gran mayoría luce unas caras rojas, como de turista centroeuropeo en playa del Mediterráneo. Delante, cuando se abre el grupo, aparece un atleta tirado en el suelo. Le han puesto la mascarilla de oxígeno.

A la altura del 12 tengo claro que debo dejar a Jakob. He corrido muy por encima de mis posibilidades. Toca supervivencia. Simplemente llegar. Y toca, eso sí, beber en el siguiente avituallamiento, el del 14.

avituallamiento
¿Era agua, agua? (Foto de Paco Jurado)

Las esperadas mesas aparecen antes de entrar en un parque. Hay vasos, ¿con qué? Hay fruta, hay geles. Bajo el ritmo, cojo un envase, cojo un plátano, muerdo, mastico, trago, bebo, trago… Sabe a lo que es. Es agua con gas. Otra vez. ¡Qué asco! Pero allá va, ‘to padentro’.

No he llegado al cartel del 15 cuando una arcada me obliga a apartarme al lateral. Vomito sobre el césped. Por ahí se va el plátano, el agua y la carrera.

A partir de ese punto, el calvario. Dos kilómetros en cuesta (por eso Jakob nos llevaba tan rápido, para compensar en esta zona) y otro más hasta el siguiente avituallamiento, el del 18, el que ya conoces:

Este cuerpo enorme ya no se llena con nada. Ni con todo el isotónico que bebí. (Cálculo unos 2 litros entre mi botella y las que fui recogiendo del suelo). Me quedé vacío y totalmente acalambrado. Solo podía andar.

En los siguientes 3.097,5 metros se multiplicaron los que caminábamos, las caras de agobio, los participantes tirados en las aceras, las ambulancias,… hasta encontrar un corredor acostado en el suelo, enchufado a un gotero, ¡junto al cartel del kilómetro 21!

Paso tras paso, cabizbajo, crucé mi cuarta meta internacional (París, Berlín, Praga y Varsovia) pensando, sinceramente, que todos los polacos estaban locos. ¿Por qué nos habían dado ‘aquello’ para beber? ¿Por qué? ¡Joder!

Llegué. Llegué como llegué pero llegué. (Foto de Paco Jurado)

 

Pamplona y Valencia, días después del maratón de Sevilla 2015

Capturas de la conversación a través del Wapp entre Novatillo Total y un servidor:

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La realidad supera siempre cualquier historia increíble.

14 comentarios en “Deshidratado en Varsovia

  1. Vaya tela, pero tú no hablabas polaco, hasta ahí lo entiendo. Pero ¿Y el resto, nadie se quejaba?

    Yo voy siempre con mi bidón y últimamente hasta con dos porque en la última media (que bien suena eso de «en la última media», solo llevo dos), descubrí el beber de vaso de plástico y lo difícil, al menos para mí, que era.

    Un saludo.

    Jose maría

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    • Pues el resto se reía, hablaban entre ellos, quejarse no se quejaban. Supongo que tomaban isotónico porque, supongo también, alguno preguntaría en los avituallamientos y ya sabría qué pasaba. Yo buscaba agua cristiana, la de toda la vida, y me despisté con los isotónicos… un desastre.

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  2. JAJAJAJAJAJAJ Yo lo leí hace dos días y todavía me estoy riendo.

    Madre mía, escribe un libro con lo que te pasa en las carreras. Yo lo compraría 🙂

    ¡Crack!

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    • Todo esto me pasa porque voy a las carreras y hago de todo menos correr. Me dedico a fisgonear, a escuchar, a mirar… Si solo corriese contaría cosas más interesantes: mi ritmo, mis sensaciones, los kilómetros. Ya sabes. 😉

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  3. Lo que no le pase al amigo Ximo….

    Todavía deben estar flipando las polacas del stand de la Media Maratón de Varsovia que fueron a la Feria del Corredor de Sevilla. Se les arrima allí un indocumentado y les empieza a explicar que «tengo un amigo que corrió el año pasado y tuvo un problema con el agua»

    La cara de la chica sevillana que les echaba una mano en el stand era un poema jijijijij

    Pero no sólo no les «monté un pollo» sino que veo que he servido de inspiración para una gran entrada.
    A ver si pronto nos cuentas carreras en presente y en primera persona, ¡animo!

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    • Antes de tu colaboración llevaba muchos meses pensando que todo fue una sensación errónea, algo que había imaginado, una excusa que me puse para tan lamentable carrera. Pero no, fue verdad… jajaja Y vaya que si fue verdad.
      En fin, gracias por tu aportación.
      Qué voy a contar de una carrera,… ¿si soy más lento que un caracol?

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  4. Más allá de que podría haber pasado algo grave si la distancia aún se hubiera alargado más (y con eso hay que ir con cuidado), la anécdota es totalmente surrealista y graciosa. Me alegro que al menos llegases sano y a salvo a meta, Ximo.

    Salud

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    • Aquel día sí que todo resultaba surrealista. Ahora nos podemos echar unas risas.
      Yo lo pasé mal pero imagina a todos los polacos, nada acostumbrados a aquellos calores.

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