Aguas menores

La introducción

El protagonista de la historia nunca ha corrido fuera de su país. No, al menos, en una cita organizada, con un dorsal en la camiseta y un chip en la zapatilla. Y ahí está, a muchos kilómetros de casa y junto a otros 22.000 atletas populares.

Faltan 40 minutos para empezar la prueba, un medio maratón, y ya siente una pequeña molestia en el vientre bajo. ¿Nervios? ¿Tensión? No. Simplemente se está meando.

¿Ir a un baño portátil? Es una posibilidad. Hay muchos. Bien alineados, blancos, con grandes rótulos en la parte delantera. Parecen limpios y parecen solicitadísimos… Unas colas interminables descartan la espera. Porque, no lo olvidemos, el reloj ya corre hacia el momento de la salida con una ecuación contradictoria: menos tiempo, más pis.

cola
Antes de empezar una carrera habrás sufrido muchas veces una de estas colas. (Foto de @analba76)

El nudo

Este Paco Martínez Soria del atletismo de nivel bajo se encuentra en un parque. La carrera sale y llega a una enorme extensión repleta de hierba, árboles, setos, casetas. Por opciones y variables no será. Y el chico comienza a andar. Piensa que cuanto más se aleje de la gente, mayor comodidad. Porque, y esto es un inciso, su tremenda timidez le imposibilita mear en público.

Aquel árbol solitario, apartado, parece un buen sitio. Allí será. O no, pues esto de orinar junto a una planta pensaba que iba solo con nuestro espíritu nacional… y  también con el francés, y con el alemán, y con el portugués. La zona y alrededores se llena de tíos flacuchos. Todos en la misma actitud y necesidad. Y, en plena meada social, al español se le corta el rollo… y se le corta el chorro. Drama.

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¿Cuántas veces has visto esto? Meadas sociales antes de un carrera.

El desenlace

10 minutos para salir a correr. Hace como que evacúa mientras con la mirada busca un nuevo urinario natural. Lógicamente, no tarda en encontrarlo. Es un enorme pino, más apartado y, esta vez, bien rodeado de unas hierbas. Nadie puede verle. Un sitio perfecto. Un impulso pélvico, un chorro pequeño que va creciendo en intensidad… Sí, ya está. Esto marcha.

De repente, una mano aparta los arbustos y su extensión personal entra en el recinto:

«Cucú». (En realidad ‘coucou’, saludo amistoso en francés).

¿Cucú? Qué guasa. La chica, porque es una chica, deja un par de metros de distancia, baja sus mallas, se acurruca y procede con las aguas menores.

Las miradas de ambos meones llegan a cruzarse. A este lado, con las últimas gotas, una cara de sorpresa y bastante rubor; al otro, en idénticas circunstancias, una sonrisa. Muy natural. Como de quien hace algo normal, en una situación normal, en un sitio normal.

A las espaldas de ambos, sin saberlo, y fuera del círculo protegido, hay otro corredor viviendo un emergencia semejante que, en plena micción, espeta:

– «Mecagond**. La pu** paloma me ha cagao encima».

El meón tímido soy yo, antes de salir en el medio maratón de París (marzo de 2011).

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10 comentarios en “Aguas menores

  1. ¿Sinceramente? Me dais muuucha envidia vosotros. Sí, en masculino. Bueno, y aquéllas féminas que son capaces, como la que relatas, de desaguar así sin problemas también…

    Soy del club de l@s meon@s. Si no voy 20 veces antes de la salida, no voy ninguna (15 en casa, y las otras 5 en bares, polideportivo…etc).

    Eso sí, no me preguntes por qué, pero si voy de senderismo no me da tanto palo regar un pino como en una carrera… Será por aquello de estar más «en libertad» 😉

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