
En Pamplona viví 4 años. En Pamplona pude crecer como persona y formarme como periodista. Maduré y conocí a chicos y chicas como yo a los que sigo llamando amigos, dos décadas después. Tuve un par de arrancamientos de maleólo. Por ellos dejé el fútbol y por ellos me inicié en este deporte. En esas calles he comprado, paseado, salí de fiesta e, incluso, llegué a mear antes de meterme con curiosidad juvenil en manifestaciones poco recomendables. Son demasiadas razones para no querer a la «Vieja Iruña».
Ahora, cada año, vuelvo para correr los 21k del San Fermín Marathon. Mientras, intento enseñarle a mi hija, Alba, que Pamplona también podría ser, algún día,… su casa.
«Cuando la cosa va bien, CABEZA. Cuando la cosa va mal, CABEZA». (@rugadea)
Mi carrera terminó hace muchos kilómetros. En el 8 sufría el aviso del gemelo, en el 13 decidí seguir pero no correr. Camino por una calle que tiende a subir. El reloj pita, kilómetro 17. Al fondo veo un cruce, un par de vallas, un policía municipal y, a su lado, un joven. Por la izquierda me adelanta un niño en monopatín. A la derecha, otro corredor deshace el camino mientras, creo, habla a través de su móvil.
– «¡Qué suerte! Ha acabado y vuelve a casa», pienso con cierta envidia.
Sigo andando y mirando al suelo mientras calculo mentalmente. Me quedan 4 kilómetros y a este ritmo serán otros 40 minutos de tortura. El gemelo tira, duele, ¿se romperá? Estoy al límite. ¿Vale la pena? Levanto los ojos, miro a mi diestra, veo,… exclamo con sorpresa:
– «¿Qué haces tú aquí?».
Sin despegar el teléfono de la oreja, cambiando su conversación, aquel corredor contesta: «He venido a acompañarte».
En su día, las redes sociales difundieron una historia, no se si fantástica o real, donde contaban que un popular se perdió en la Casa de Campo de Madrid cuando compartía ruta con otras 400 personas. O algo parecido.
Ese despistado estaba allí, a mi lado. Solo pude decir un casi inaudible: «¿Te has perdido?».
Ángel, @contadordekm, el tío que desarrolló la filosofía del «Tractorismo» había venido a rescatarme.
Es una metralleta disparando palabras. Enlaza historia tras historia. En 500 metros me habla de su carrera, de porqué volvió, de cómo ha subido ya el Portal de Francia, intenta dialogar en su francés de Villamanta con el último clasificado del maratón y cuando, como en 2014, el olor a barbacoa nos envuelve profiere algo parecido a: «Tengo un hambre increíble».
El circuito está a punto de girar a la derecha. Cruzamos el Puente de los Alemanes, levanta el brazo y grita: «¡Venga! ¡Ahora!».
– «¡Ximo!, ¡Ximo!, ¡Ximo!». Eran tres o cuatro señoras. Jubiladas, con su ropa de domingo en sábado y el bolso de paseo. No se qué les había dicho pero allí estaban… ¡animándome!
La situación vuelve a repetirse unos metros más adelante, dentro ya del Parque Arantzadi, en otro giro pero esta vez a la izquierda. Cara de sorpresa, un poco de vergüenza y mucha timidez. Vítores mientras resuena mi nombre en aquel lugar lejano… Y llegamos al avituallamiento del 19. Sin casi enterarme, sin sentir molestias.

Tenía una ilusión especial en subir corriendo el Portal de Francia. Me reservé durante 6 kilómetros para intentar disfrutar de ese momento. Y, porqué no decirlo, para que mi hija viese a su padre correr aunque fuese entre los últimos.
Son 500 metros espectaculares. Duros, intensos, dolorosos en mi caso. Eso sí, recuerdo subir con soltura, con facilidad, estaba preparado. Y recuerdo el cotorreo constante de Ángel. Por lo que veo en la foto seguía pegado a mi espalda. Saludó, pudo gritar, chocó manitas y repartió besos. Mientras, el primer clasificado de los 42k ascendía la cuesta a nuestro lado, a nuestro mismo ritmo.
En ese momento, para la gente que inundaba aquella parte de la villa, ignorante quizá de la auténtica realidad, la carrera estaba así: las motos de la policía abrían la prueba, detrás Iñaki Rey, futuro ganador del maratón. Y, a pocos metros, Ángel y un servidor, teóricos segundo y tercer clasificados pero intentando todavía completar los 21.

Quedan mil y pico metros. Entre calles estrechas estrechadas por la presencia de muchísima gente fuimos animados y casi empujados. Corrieron a nuestro lado hasta la puerta de la Catedral mientras nos invitaban a conseguir la victoria. Si amainaba el ambiente, allí estaba mi compañero con sus sonoros: «¡Venga Pamplona! ¡No se oye! ¡Vamos! ¡Gracias!».
La última imagen que recuerdo de Ángel es cogiendo jamón de una bandeja. No se muy bien de dónde salió pero sí su pregunta: «¿Quieres? ¿Quieres jamón? Tengo muchísima hambre. Voy a comerme todo lo que encuentre en la meta». No pude ni contestar. Entre la risa, el agobio y las ganas de acabar.

Y así, llegamos a meta.
Ángel, mi Ángel de la guarda, hizo honor y uso del noveno mandamiento del «Tractorismo». Dice así: «No consentirás que un compañero corra solo si le da la pájara o se lesiona».
Yo, superado el arco, no sabía si llorar o darle un morreo. Así que, simplemente, le abracé para evitar tentaciones.

Volvamos atrás. Ángel había empezado la tarde con la misión de acompañar a un amigo en el intento de conseguir su MMP, un sub-1h45′. Aquel colega se lesionó y tuvo que retirarse. Había esperado al grupo y las liebres de 4h/2h y con ellos corrió hasta subir el Portal de Francia. Allí, tras saludar a su mujer y, previo cambio de camiseta, deshizo el camino para volver en mi busca.
Así pudo conseguir dos récords. Uno, el de su peor tiempo en un 21k: 2h45′ y pico. Otro, el del medio maratón más largo de la historia. Cubrió 26 kilómetros entre correr, volver a buscarme y llegar, por fin, a la meta.
«Correr es la razón y la excusa. Es poner un pie delante de otro y el corazón delante de los dos. Ayudar, amigos, diversión». (@JorgeDepe)

Algunos me habéis preguntado, en persona y por las redes sociales, por qué quise acabar esta carrera. Una razón es que no podía hacerle un feo a mi rescatador.
La otra se entiende con la siguiente imagen. Ves a Alba la noche después de la carrera. Durmió con la medalla de su papi.
Sí. Valió la pena.
«A Pamplona has de ir»… a correr. ¿Todavía tienes alguna duda sobre la prueba? Mira las siguientes imágenes:
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Thanks for your words. My blog is your blog. Have a nice day, my friend.
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Dura, yo creo que la mas dura que he corrido nunca (Ni las subidas de Behobia con sus Aupa Neska que para mi si que iban, jaja); pero Pamplona tiene algo especial… nosé si un Tagliatella, 22 lokos reunidos, un millón siguiendo una liebre de 2/4h perdiendonos mas de la mitad y ese final, ese callejon, esos sentimientos… el día que se me pase la vergüenza (que aunque no lo parezca, la tengo) cuelgo nuestro video de llegada, y todos los sentimientos, Enhorabuena a ti y a Alba por su medalla, a Contador y sus lokuras. Ya he terminado de revisarme todas tus entradas del Blog! a partir de ahora al día! Escribes de 10!
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Muchas gracias. 🙂
¿Qué te has leído todo el blog? ¡Qué paciencia tienes! Eso sí tiene mérito y no subir unas cuestas aquí o allá.
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aaaaah que historia me fue atrapando de poco en poco cuando dije me quedó al final, fue la parte de que en Pamplona también un día te llegaste a mear jajaajajajajajaja muy buena.
Saludos de un loco blogger runner de Guadalajara México.
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Muchas gracias. Siempre serás bienvenido a este garaje del otro lado del charco. 😆 A veces la necesidad fisiológica es extrema e ineludible. No soy un ejemplo.
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Muy bien Joaquín gracias
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Y recuerda, todos los martes, a las 20:15 hora de España, una nueva aventura en El Garaje Desordenado.
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perfecto, mil gracias.
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A ti por las excursiones hasta este lugar. 😉
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Enhorabuena Ximo, por lo que pasó y por lo que hace que estas cosas pasen: Que sois dos tios cojonudos, tanto «el que no calla» como tú.
Enhorabuena
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Muchas gracias Jorge. Él se ganó el cielo. Y yo con él… 😉 Solo fueron 4 kilómetros pero taaaaan intensos.
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Muy bueno Ximo, me has emocionado y eso que yo soy un tio duro 😉 Felicidades que tu garaje cumple un año!
PE: finalmente nos veremos en media de valencia. Y deja de contar carreritas chulas que la parienta no tiene fin…que si París, que si Pamplona, que si Berlín
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Muchas muchas gracias. Todavía me quedan sitios interesantes… pero si prefieres que me los calle. jejeje 😆
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He tenido este fin de semana el privilegio de conocerte y hoy, el de descubrir tu blog y lo que guardas en él.
Desde hoy cuenta con un fiel nuevo lector.
Un abrazo y a recuperar. Espero volver a coincidir contigo muy pronto.
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Gracias Raúl. El placer fue, por supuesto, también para mí. Nos leemos en nuestros respectivos rincones, nos vemos en las comidas precarrera,… porque en la carrera solo podría verte la espalda y de lejos. 😉
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Reblogueó esto en CONTADOR DE KMS.y comentado:
CRONICA MEDIO MARATÓN DE PAMPLONA.
La carrera más rara que corri jamas…y en la que fui tremendamente feliz. Correr me ilumina la cara. Tractorismo no es un ritmo. Crónica de Ximo Tamarit.
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También es tu crónica. 🙂
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Una gran crónica, emocionante y con esa gran habilidad tuya de transmitir lo que vives en las carreras, haciendo al lector, participe en ellas.
Enhorabuena, Ximo
Por cierto, buena pareja haceís Angel y tú. Se os quiere a ambos.
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Gracias Chema. En algún momento del día también salió tu nombre, la historia del dorsal que le prestaste a Ángel, etc, etc. Este hombre da para mucho. jajajaja
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Se corre para tener historias. Y a ti te sobran historias y talento para plasmarlas.
Felicidades por disfrutar de tantas aventuras.
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Gracias David. Esta surgió al final. Fue una gran sorpresa. Y así he intentado explicarla.
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Awwww qué guay Ximo!!! Qué bueno!!! 🙂
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Gracias Sandra. A veces las carreras no salen bien. Y, a veces, aportan más que el simple hecho de conseguir un buen tiempo.
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Exacto… Completamente de acuerdo. No todo es correr por tiempo. Un abrazo
Ps: Me apunto Pamplona 🙂
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Te gustará. Dura pero muy bonita.
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