
La Pobla de Vallbona-Valencia, otoño de 2015
Queridas compañeras, las cuatro:
Unas pocas palabras, unas cuentas frases, para alabar vuestra presencia y trabajo constante en el reto que nos ocupa. Hora es de reconocer la realidad. Sin vosotras esto no sería posible… si alguna vez llega a ser posible.
Cada día que pasa, varias veces y a distintas horas, os observo desde la distancia. Llego hasta la puerta del ventanal, me apoyo en su marco metálico y miro. Ahí estáis. Bellas, estéticas, estilizadas, quietas y tranquilas, relajadas, en pleno descanso y… sucias, muy sucias.
En apariencia sois tan diferentes. La discreción gris y azulada con toques amarillos de unas, contrasta con la explosión cromática de las otras. Y, al mismo tiempo, veo en vosotras similitudes enormes: solidez, fortaleza, constancia, tozudez. Nunca, nunca, negáis un esfuerzo.
Desde la teórica fragilidad de vuestros poco más de 300 gramos soportáis hábilmente mis muchos kilos. Increíble. Sin protestas o quejas, sin lamentos, con estabilidad,… con seguridad.
Llegáis a esta casa cada 6 de enero. Vosotras, las discretas, en 2014. Vosotras, las más llamativas, en 2015. Siempre con el mismo origen, los Estados Unidos, y siempre con la misma procedencia, el Reino Unido. Nunca os puse nombre. Simplemente se os conoce en nuestro hogar como las 12 y las 13. Como antes, otras compañeras pasaron por mi vida: las 6, las 9, las 10 y las 11. Nada más… y nada menos.
Os escribo, queridas compañeras, cuando se acerca nuestro reto anual. Saldremos juntos y llegaremos juntos a la meta del maratón de Valencia. Claro que sí.
Gracias a las 12 por haber colaborado en los entrenamientos. Gracias a las 13, no creemos en la mala suerte, ¿verdad?, por lo mismo. Y también porque sois las elegidas para que ese día podamos completar los 42.195 metros.
Larga vida a mis Saucony porque sin zapatillas no hay paraíso. Y sí,…
«Correremos sobre el agua»


Yo soy fiel a las Ride y a su numeración. Veo que las cuidas con pernitos y todo, se lo merecen
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Hay que cuidarlas. Y mucho. Por lo que cuestan y por lo que ofrecen. Especialmente por lo que cuestan. 😉
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Dí que sí. Sin zapatillas no hay paraíso. Se merecen este homenaje.
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Me gusta esa frase. Te la copio. Gracias Yolanda.
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Claro que sí…no lo dudamos ni un ápice.
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Tengo que automotivarme de alguna manera. 😉
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