Han sido cuatro meses completos, 16 semanas totalmente programadas, parte del verano y parte del otoño ocupados en los entrenamientos. Corriendo siempre por y para conseguir un reto, con un objetivo final. Superado el maratón, mi vida de atleta popular parece vacía. Sigo haciéndome una pregunta: «¿Y ahora qué?».
«El mejor trío: tú, tus zapatillas y muchos kilómetros». (@EAUC13)
Entrenas para correr un día D, a partir de la hora H. Después, cuando cruzas la meta, con mejor o peor resultado, el cuerpo se relaja y la cabeza desconecta. El organismo pide no correr y la testa no quiere hacerlo. Entonces, ¿cuál es la solución?:
Buscar inmediatamente otro objetivo
Es el conocido como síndrome del «tonto motivado». ¡Eh!, que no te estoy insultando, se llama así. Sales de una y te metes en otra.
Un ordenador, un buscador de carreras, una tarjeta y un formulario para rellenar. Todo junto y sin revolver crea una obligación instantánea. Sitúa en el horizonte una nueva meta. Y así, te obligarás a entrenar, te obligarás a correr.
Piensa, ¿era un adicto a las carreras? ¿Eres víctima de las marcas? (Las comerciales y las del reloj). ¿Necesitas la adrenalina que aporta un dorsal sobre una camiseta?
Correr por el placer de correr
Sí, querido nuevo corredor, esta opción es posible. Correr por el simple placer de hacerlo. Sin ningún objetivo, sin ninguna meta, por hábito personal, rutina física o porque te da la gana. Vestirse, calzar las zapatillas y devorar kilómetros. Muchos o pocos, da igual.
¿Se puede? Se puede, se puede. Además, conozco, y seguro tú también conoces, personas que jamás se pusieron un dorsal, que nunca participaron en una prueba organizada. No necesitan vivir esas «sensaciones». Y son felices,… y corren.
Recuerda que la moda de practicar este deporte ya va cumpliendo años pero tampoco es tan longeva.
Mi caso
Creo que ya me desintoxiqué del maratón. He pasado de no querer correr a recuperar las ganas. Sin agobios, sin prisas, sin obligaciones o necesidades. Con el gran placer de trotar solo o acompañado pero tranquilamente. A lo que surja. Como cuando era joven y salía por la noche: «A ver qué pasa».
Hagas lo que hagas, decidas aquello que decidas, corre porque:
