Donde se cuenta una faceta poco conocida de este Tractor de La Pobla. El Garbí, la montaña, una volta a peu, mujeres. Todo tiene que ver con la insolidaridad de un corredor solidario.
«Falta de solidaridad». (Significado de la palabra insolidaridad en el diccionario de la RAE)
«Adherido o asociado a la causa, empresa u opinión de alguien». (Primera acepción de la palabra solidario en el diccionario de la RAE)
Está de modo correr. Y está de moda llamar solidaria a cualquier prueba nueva que aparece en el calendario. Tampoco pasa nada si llegado el caso, se añade el adjetivo a un nombre ya existente. Y para mí… todo eso es un repelente. Soy un corredor económicamente insolidario. Tres, durante todo el año solo participo en tres de este tipo de carreras. Y muy diferentes.
La primera
Una es la Marxa de Montanya al Garbí. Como ves, ya en el nombre no utiliza el adjetivo. Y eso me gusta. Se corre o se anda el último fin de semana de septiembre. La linea de salida y la linea de llegada es una simple raya blanca pintada en el suelo. No hay chip, no hay clasificaciones, no hay camiseta de regalo, ni premios o trofeos. El dorsal, el clásico plástico blanco de Coca-cola numerado con rotulador.


Solo cuesta una pequeña aportación de comida (pasta, arroz, legumbres, leche, tomate triturado, latas de atún). Todo, todo, para la Cruz Roja de la comarca del Camp de Morvedre. Te regalan un bocadillo para almorzar a mitad camino, hay tres avituallamientos de agua en 18 kilómetros y, en meta, las señoras de Estivella te colman de atenciones.
La segunda
Es la Vuelta a Pie Solidaria Es Posible. Se corre en diciembre, la organiza mi club y recogemos botellas de aceite o 5 euros entre los participantes que, voluntariamente, quieran donar. Y todo va, todo también, para el Banco de Alimentos de Valencia. Suelen correr unos 4.000 y donar casi el 50%.
La tercera
La conocida y tan popular Carrera de la Mujer. Te confieso que esta es la única cita del año en la que participo sin inscribirme, por la jeta, por la cara y con todo el morro del mundo. No tengo dorsal, no llevo chip, no salgo en la clasificación ni me dan camiseta. Y para no desentonar en el entorno rosa corro con esta:

¿Tengo derecho a quejarme? Creo que sí. Cada año pago, porque me apetece y quiero, la inscripción de mi mujer, de mi hermana, de mi cuñada, de mi madre y de mi suegra. ¿Y yo no puedo participar? ¿Ni mi hija, porque es menor de 12 años? ¿Es una carrera solidaria o una máquina imprecisa de hacer dinero? ¿Por qué esta discriminación positiva? ¿Por qué no podemos ayudar todos? Todas y todos.
Lo dicho. Muchas carreras presuntamente solidarias. Yo participo en pocas. Y, aún así, me siento un insolidario corredor solidario.